Simulacros de emergencia: cuando la indiferencia tambiƩn es un riesgo

Participar en simulacros con compromiso puede marcar la diferencia entre prevenir y lamentar. La prevención también es una decisión colectiva.

Participar en un simulacro de evacuación deberĆ­a ser un acto consciente de corresponsabilidad y cultura preventiva. No obstante, hace poco vivĆ­ una experiencia que reflejó lo contrario: el simulacro realizado en un centro comercial—donde estĆ”n ubicadas las instalaciones de uno de mis clientes—evidenció mĆŗltiples falencias tanto en su planificación como en su ejecución.

Desde el inicio se percibió una clara falta de organización:

  • No se socializó adecuadamente el ejercicio
  • Muchos trabajadores no sabĆ­an quĆ© hacer
  • Algunas rutas estaban obstruidas
  • Los lĆ­deres de evacuación no se hicieron visibles en el momento crĆ­tico.

A esto se sumó la apatía de varios ocupantes, quienes optaron por ignorar completamente el simulacro, lo tomaron como una molestia menor, o simplemente no participaron.

En un entorno de alta afluencia como un centro comercial, donde convergen visitantes, trabajadores, proveedores y comerciantes, este tipo de actitudes y errores pueden tener consecuencias fatales en una emergencia real. No se trata solo de evacuar: se trata de salvar vidas, evitar el caos, actuar con claridad y minimizar los riesgos.

Los simulacros no son una obligación vacía. Son exigidos por normativas como la Resolución 0312 de 2019 (que establece estÔndares mínimos del SG-SST), el Decreto 1072 de 2015 (Libro 2, Parte 2, Título 4, Capítulo 6), y deben estar respaldados por un Plan de Emergencias y Contingencias coherente, conocido y actualizado.

Para que un simulacro cumpla su función preventiva y contribuya realmente al fortalecimiento del SG-SST, debería estar sustentado en los siguientes elementos clave:

Aspectos esenciales para ejecutar un simulacro efectivo:

  1. Planificación técnica y anticipada: Definir tipo de emergencia, alcance, fecha, responsables, y objetivos del simulacro.
  2. Socialización con antelación: Informar a todos los ocupantes mediante diferentes canales: correos, afiches, charlas, entre otros.
  3. Asignación de roles y formación: Designar y entrenar a brigadistas, líderes de evacuación, personal de apoyo y primeros auxilios.
  4. Condiciones físicas adecuadas: Verificar rutas de evacuación, puntos de encuentro, señalización, alarmas y medios de comunicación.
  5. Ejecución realista, ordenada y segura: Simular escenarios que exijan respuestas reales, sin generar pÔnico ni improvisación.
  6. Registro y evaluación del ejercicio: Medir tiempos de respuesta, participación, errores cometidos y aciertos logrados.
  7. Lecciones aprendidas y acciones de mejora: Retroalimentación con todo el personal, ajustes al plan de emergencias y seguimiento desde el SG-SST.

Los simulacros deben dejar aprendizajes reales, generar conciencia, activar procesos mentales y emocionales que preparen a las personas para actuar en momentos de riesgo. La indiferencia, la risa, la apatĆ­a o el ā€œesto no es conmigoā€ son actitudes que deben transformarse en compromiso, atención y liderazgo.

En emergencias, cada minuto importa. Y la diferencia entre la tragedia y la respuesta efectiva puede estar en quƩ tan en serio tomamos un simulacro

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Conclusión:

Los simulacros no son un simple requisito legal que se debe cumplir; son ensayos que preparan para lo impensado e inesperado. Participar con seriedad es un acto de responsabilidad colectiva. Porque en una emergencia real, no hay tiempo para improvisar.

5/10/2025

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